El señor Martinez de la Riba de Colón era un apasionado de la edificación, un fuera de serie en su trabajo. Aunque también un poco rarito por sus aficiones y manías, todo hay que decirlo. Lo malo o lo bueno,era que ninguno confiabamos en él y tampoco sentíamos devoción por su persona. Tenía sangre de conquistador en las venas. Cristóbal Colón era antepasado suyo. Por eso siempre que salía a comprar materiales con su cuadrilla solía tardar una media de cinco meses en regresar, y por si fuera poco siempre venía con su equipo mermado. En su último viaje salieron cinco personas a por azulejos y volvieron sólo dos. Nos contó que había sido por culpa de la malaria. Al principio cuando no conocía la historia, pensaba que la Malaría era una prostituta que asesinaba en serie, pero nada más lejos de la realidad, el asesino en serie era él. Al final terminé entendiendo que el señor de la Riba estaba un poco chalado, sobretodo desde un día que entré en su despacho y vi todas las paredes forradas con pósters suyos en postura de gran descubridor, señalando el Nuevo Mundo, con el brazo levantado, como su tatarataratabuelo Cristóbal.

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