-“Me llevaré el rojo también” le dice la dependienta con tono frío y distante. Saca la Visa, paga y sale con las bolsas hacía el parking. Todos los ojos de la tienda la siguen varios metros, la admiracion casi golpea su nuca. Es muy guapa,lo fue siempre.
De su padre heredó la altura, de mamá los ojos verdes y esa tristeza que la acompaña desde niña, casi una mancha negra en el alma que pudiera ser vista por radiografía.
Tenía ese algo que buscan los grandes como Dior y Chanel, asi que, casi sin otra elección pasea por las pasarelas, dejándose caminar bajo luces y flashes, pareciendo algo que no es y que, paradojas de la vida, todas quieren ser.
Entra en su descapotable biplaza, tira las bolsas con desgana sobre el asiento de cuero. El vestido de seda roja se desliza desde una de ellas suavemente, dejando escapar una manga y parte del cuerpo. Made in Brasil, diseño divertido que dice en la etiqueta: “quebre a corda e seja feliz!”. “Rompa la cuerda y sea feliz!” ¿Ponte ese escaso metro y medio de tela y por fin serás dichosa?.. De repente piensa en un sentido nuevo para esas palabras, las repite en un susurro varias veces, rompe la cuerda, rompe la cuerda… Se feliz…Arranca y conduce directa al Mac-auto, pide una whooper XXL con extra de bacon,doble de patatas, y helado grande. No puede parar de reir, Su perfección ha sido su mayor atadura, ahora sabe ciertamente qué cuerda tiene que quebrar. Una brisa fresca se lleva aquel pesar, mientras sigue dando enormes bocados a una nueva vida.