– ¿De cuántas plantas estamos hablando?

– Treinta y siete.

– Grandioso…. Le pienso poner mi nombre, ¿sabes? Allí, en lo alto, en el cielo, podrá leerse

“Paco’s holydays”.

Paco y el arquitecto sostienen el mapa frente al horizonte todavía vacío. Con su mente traslada la estructura dibujada con líneas rectas al descampado: empieza por la planta baja, imagina puertas giratorias que dan acceso a un recibidor con botones complacientes, suelo de mármol brillante, recepcionistas sonrientes, vegetación exótica en las esquinas, fuentes y ventanales. Sigue subiendo y va construyendo escalones en el cielo raso. Dispone las plantas una encima de la otra, pasa rápidamente por todos los pisos; se queda embobado con la cabeza mirando hacia arriba y la vista perdida en una nubecilla gris que ocupa ahora el espacio de la futura planta treinta y siete.

– ¿Cuántos metros serán?

– Ciento dos desde los cimientos hasta la última arista del ático.

– Con un perímetro de…

– Trescientos cincuenta metros cuadrados.

– Veo que habéis añadido cuatro metros más de margen al rededor de la base, ¿verdad? –

Paco dibuja el contorno de la superficie con su dedo índice en el mapa, una línea de puntos rodea el gráfico que representa la planta baja.

– Sí, es la zona de seguridad. Estará rodeada por una mampara de insonorización traslúcida de dos metros de altura y los materiales del suelo serán bastante deslizantes. Además

estará conectada con un foso y custodiada por personal cualificado, una persona en cada esquina, durante las veinticuatro horas.

– ¡Qué atentos! No se os escapa un detalle.

– Esperamos bastante afluencia; este será el punto más alto de la ciudad que está a punto de desarrollarse en este pueblucho.

– Desde luego que lo será. Tenemos que pensar en todo el público potencial posible. Ya imagino todas las habitaciones de la última planta reservadas, pago por adelantado por

supuesto. Serán habitaciones simples, pequeñas, para una sola persona, alguien que acabará en algún momento del día chocándose con ese suelo frío que le espera.

– Si yo quisiera suicidarme acudiría aquí sin duda.

– Claro que sí hombre, ¡está todo pensado! Pero espera a que termine la obra y luego ya te lo piensas, jajaja. Por cierto, ¿tenéis datos de la tasa de suicidios de la zona?

– Sí… es algo que irá surgiendo con el desarrollo de la ciudad, no te preocupes.

– ¿A qué te refieres?

– En este pueblecito todavía no saben lo que es suicidarse.

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