Señores del Jurado, en efecto esa fotografía la tomé yo. ¿Que cómo ocurrieron los hechos? Bien, estaba entre los manifestantes que protestaban por un desahucio que tendría lugar ese mismo martes. Vivimos —todos lo sabemos, así que no es necesario que me extienda mucho en ello— en una sociedad insolidaria que huye de los problemas de los demás. Yo soy freelance para el periódico “El progreso”, y me habían mandado allí para cubrir la noticia. La foto la hice un cuarto de hora antes de que todo sucediera. Yo nunca he sido una persona violenta. Me considero un ciudadano ejemplar, de aquellos que se preocupan por el prójimo, que distingue el bien del mal, que no le gusta pedir favores a nadie. Aquel día desahuciaban a una pobre anciana de 81 años, desamparada, sin familia, me recordó a mi queridísima abuela que había fallecido unas semanas atrás, sola en el hospital. Recuerdo que hacía un calor sofocante y los gritos de los manifestantes hacía minutos que resonaban en mis oídos. Cuando finalmente apareció la vieja escoltada por varios policías, no lo pude remediar, me abalancé sobre ella y la agarré del cuello hasta dejarla sin aliento, no quería que sufriera ni un minuto más de esta mísera vida.
(Dedicado al maestro Max Aub)