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Caminaba vestida para la ocasión, y sus ojos eran fuentes.

¡Vaya preguntitas!

-Antonia, diría que usted se ha realizado ?, vamos, que es una persona satisfecha, feliz?

-Seguro!. Cómo no voy a serlo ? Mire, mi marido y yo sabíamos las cuatro reglas básicas. Trabajamos todo lo que hizo falta para que los hijos tuvieran estudios y fueran alguien en la vida.  Los hijos son una bendición de Dios, sabe? Han salido buenos, sin vicios …Y los tres terminaron la Universidad.

-Y de los nietos, qué nos cuenta?

-Que son dos luceros, Jesús. Cuando me miran con esos ojos… ! Y lo que saben!

-Pues sí es afortunada, Antonia.  La  despedimos con esta bonita canción. Suena , “Si tú me dices ven…”).

Feliz, Feliz…Vaya preguntitas! A ver qué le iba a decir!

El Mayor, ingeniero en Miami, ha triunfado. Me regala ropas caras. Y me esconde de esas amistades tan finas porque no hablo ni visto como ellos. Y duermo en el cuarto  la plancha.

Mi Carmen , ésa sí me quiere. Siempre : “Mamá, no estés sola.Vente conmigo”. Pero si siempre está trabajando .  ¿Qué hago yo allí, a mi edad, sin conocer a nadie? El pueblo es distinto.

El pequeño sí  me quita el sueño. De un empleo a otro. Dice que le gusta cambiar, pero me engaña; lo leo en su cara.

Feliz! No puedo abrazar  a los nietos. Nos críamos con mis padres y abuelos todos juntos, y nunca faltó para llevarnos a la boca. En qué nos equivocamos? O tanto ha cambiado el mundo?

Y cuando no pueda valerme,  esperaré en la residencia hasta que Dios quiera llevarme , y mi Antonio me estará esperando. Soy muy Feliz, Jesús Quintero !

Cuando la encontraron en su cama nadie se lo explicaba:

-Pero si parecía tan normal.

-Si nunca se quejaba de nada…

Y es que no esperó a que Dios la llamara. Se adelantó.

 Nada la retenía aquí.  Y su Antonio la aguardaba.

Ahora, en su cara, sí había felicidad.

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