Ella… Siempre procuraba sentarse en el mismo lugar en el cual, él siempre la leía aquellos bellos renglones, se descalzaba sintiendo la libertad de la arena que masajeaba sus pies, casi podía sentirlo a su lado, como la rodeaba con su brazo por el hombro mientras la apretaba fuerte contra él y la susurraba un te amo al oído, ella leía los mismos párrafos, solían soñar que el amor que describía el libro eran ellos en otra época, que él lo escribió para ella, se reencarnaron y leían su propia obra póstuma, reconociéndose en ella. Le prometió que todos los lunes procuraría sentarse en aquel sitio a recordarle de esa forma, ya que un cáncer muy agresivo se lo arrebato de su lado hace unos años.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *