He sido lobo y en la noche

he sido lobo.

He sido rata y en la noche

he sido rata.

He sido yo quien te gritaba,

quien austero y delicado en el talante

te insultaba asustado a la garganta

te atacaba perdido a la garganta

te lloraba muerto a la garganta.

Y era yo, lobo perdido,

quien creyente en todo y nada te ha vendido

a una deidad de bienes y raíces,

de posesiones, de dineros,

de bagatelas sin sentido y cosas feas

almacenadas en el candor de la memoria

y olvidadas, y pasadas, y ahora nada.

Y ahora nada.

Y ahora nada he sido lobo en la noche.

En la noche he sido lobo,

he sido lobo.

Y he sido vulgar rata callejera

plagada de misterios y rarezas,

portadora de crueles plagas rancias

que en tu yugular cebadas se esclarecen

y el aliento te subyugan y te matan,

y acaso sobrevivan con surcos de dolores,

con vahídos malsonantes de millones de recuerdos

que varados en la inconsciencia de la pérdida,

de tu única pérdida,

se recuperan encerradas en la noche

donde aúlla el eco del lobo que te quiso.

He sido el lobo que te quiso.

He sido el lobo que te odiaba.

He sido el lobo que en la noche

te maldijo y te bendijo a dentelladas.

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