Siento que habito hoy una morada
con la loba más triste y demacrada
que roba mi vida sólo con su mirada
y hace tiempo que no es ya más mi amada.
Así que parto ahora sin prisa mi camino,
vagabundo errante en busca de su sino,
escuchando de los dulces pájaros el trino
sin importarme el amor más que un comino.
Podría si quisiera hacer una guarrada
con cualquier loba y dejarla mal parada,
mas no quiero yo a otra trastornada
que marchite mi felicidad arrinconada.
No soy yo un vulgar lobo cochino.
Tan sólo busco la meta del destino,
dormir quizá a la sombra de algún pino
y amar a quien mi amor tenga merecido.
Que mi cruel vida de lobo está cortada
y la herida todavía sangrante y no curada
me hace huir de cualquier otra chiflada
que conmigo pretenda tener una camada.
Al contrario que cualquier felino albino
yo no soy en absoluto ni triste ni mezquino,
me sabe mal comportarme como un cretino
y mi carácter no es de natural dañino.
Mas, ¿qué ven mis ojos al final de la cañada?
¿No se trata de una loba en belleza graduada?
Sin duda en el cielo esta loba fue gestada
y a cenar para esta noche la dejaré citada.