Observo el mar, ese profundo sueño que quisiera encontrar y no encuentro, ese mundo de misterio que me ha hecho perderme en las espesuras de las olas, estoy y no estoy, dueño de un mundo de sueños perdidos, de misterios que no he sido capaz de comprender. Siento de nuevo a ella, no sé si existe la realidad o si todo está creado por la imaginación, no sé si existo y no sé si ella existió, me siento perdido en el mundo, sin saber si estoy en una realidad o en otra. Me pierdo en los brazos de ella, la vida se vuelve más hermosa cuando la miro, y siento su sensibilidad, es como si estuviera aquí. Me mira, se pone a bailar conmigo, y canta alegre. Es bella, sus movimientos son armoniosos y la veo desnuda, bañándose en el agua, sonriéndome. La siento en su laberinto, y las olas me envuelven, me atraen a sus sueños, a su pasión, al tacto de su piel y al sabor de sus labios. La espuma de las olas me rodea y la veo tierna, tocándome suavemente con sus dedos, noto el brillo de sus ojos, la beso, ella se aleja un poco y la vuelvo a besar de nuevo, las olas me sumergen en la profundidad, me siento dominado por sus caricias, por las palabras suaves que me dice. Salgo a la superficie, el mar está tranquilo, me acaricia la mano, nos abrazamos y miramos a la lejanía, vuelven los pequeños barcos de pescas al puerto y las nubes violáceas del atardecer avanzan lentamente. Empiezo a correr por la orilla, la lejanía del mar parece que no tiene final, observo su larga melena, se da la vuelta y me tira arena, suelta una gran carcajada y jugamos, me tira agua, le tiro agua, y nos abrazamos, juntamos nuestras manos, miramos a lo lejos a ese infinito mar que nos rodea, la miro, no dice nada, está sonriendo. Ando, divago con mis pensamientos, las estrellas se ven a lo lejos y me echo un rato en una hamaca. Nos encontramos de nuevo, le pongo la mano en el brazo y ella me contesta mal, no la entiendo, quiero hablar con ella y sigue enfadada -¿Te pasa algo? – Quiero que te vayas – Me contestó. Seguimos hablando y el enfado de ella sigue aumentando, siento que hay algo que nos impide hablar normalmente, le respondo airado y ella se levanta y sale corriendo.

La luna brilla, como un farolillo en la lejanía, quiero coger las estrellas con la mano y una pequeña lágrima recorre mi cara. Paseo con mis pies desnudos en la orilla, ya no escucho su sonrisa, su mirada, sigo caminando intentando alejarme de la playa y no consigo olvidarme de ella, siento la playa desierta, y miro ese lejano mar pintado por el brillo de las estrellas, escuchando ese leve ruido de las olas llegando a la orilla.

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