Busco los momentos para repintar los paisajes desdibujados. Es una puesta en escena, donde una pequeña historia satisface una oquedad que no acaba de rellenarse. Limpio la mesa del despacho, una melodía armoniosa interrumpe al sonido del silencio (*), y me pongo cómodo frente al ordenador para que los dedos transcriban frases espontáneas que brotan ahora de mi interior viendo lafoto de la primavera romántica.

Me viene a la mente la imagen de El Principito Occidental, un ser tierno, infantil, espontáneo, y aún inocente…. Había bebido varios vasos de leche pensando que era horchata, cuando en realidad era leche hirviendo. Ya se ha quemado la lengua en varias ocasiones. Al abrasarse, una vez soltó una palabra muy malsonante sobre la esencia de la chufa, que supuestamente era una delicia para los sedientos. Pero también supe que cuando le hablaban de las chufas, aún soñaba poder degustar su néctar.

Pienso en las dos Princesas Orientales, que sumidas en el romanticismo de lo oculto, engalanan a la primavera con sus mejores atuendos, cortejadas por el imponente Protector que hace las veces de su Ángel de la Guarda.

¡Quiero seguir viendo este paisaje armónico, muy a pesar de que se puede avecinar una tormenta, o enloquecer la imponente Bestia y arrasar con todo lo que se le ponga por delante!

¡Quiero pensar que la horchata existe, muy a pesar de abrasarme ya la lengua varias veces bebiendo leche ardiendoen lugar de horchata!

¡Quiero que el sueño de las dos Princesas no se tronche como la voz de la nana de la tierra de mis ancestros! (**)

¡Necesito seguir pensandoque existe Alboraia, donde un día, Dios mediante, encuentre de nuevo lahorchata que calme a mi corazón reseco!

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