– ¿A que no sabes qué? Este año me he apuntado para ir un fin de semana de septiembre al Oktoberfest.
– ¿De verdad, quieres ir al Oktoberfest? ¿De verdad, crees que la “cerveza Oktoberfest” es mejor que la Mahou Cinco Estrellas o la Estrella Galicia o la Alhambra?
– No es eso, no. A mí lo que menos me importa es la cerveza. Si quiero ir al Oktoberfest es por el ambientillo y por ver a esas súper mujeres de raza aria vestidas con sus trajes típicos bávaros llevando jarras de cerveza a destajo y sus refajos bien ajustados marcando bien la cintura y esos pechos…
– No puedo contigo. ¿Tú tienes idea de qué es el Oktoberfest y por qué se celebra?
– ¿Pues un festival donde se va a beber cerveza y a ligar?
– Pues mira, para empezar la cerveza que se sirve como “cerveza Oktoberfest” tiene que estar fabricada dentro de los límites de la ciudad de Múnich y tiene que cumplir con el Reinheitsgebot,
– ¿ Reinheitsgebot,?
– ¡Reinheitsgebot,!
– Pero y eso ¿qué es?
– Pues es la llamada Ley de pureza de 1516 decretada por Guillermo IV de Baviera, donde se establecía que la cerveza sólo podía ser elaborada a partir de tres ingredientes: agua, malta de cebada y lúpulo.
– Bueno, y ¿qué tiene de malo eso? él querría proteger la calidad de la cerveza.
– Pues mira no, aunque pueda parecer que era por eso, en realidad, lo que estaba haciendo Guillermo IV con esta ley, era proteger sus ganancias porque él era poseedor del monopolio de la cebada.
– Chica, no dejas de sorprenderme, eres como un libro abierto.
– Eso es lo que tiene leer.