Una gota de sudor baja lenta por mi brazo izquierdo. Pero es diciembre.

He dejado todo listo. Sé que esta será la última vez.

Compruebo mi asiento. Fila 8, pasillo.

Mi cuerpo pide a gritos un cigarrillo. Sé que es imposible.

Vamos, céntrate.

Practico respiración. Todo va a ir bien.

Trato de controlar el temblor en mis piernas.

Creo que tengo fiebre. Debería de haberlo cancelado.

Mierda, alguien quiere pasar. No atino a quitarme el cinturón. ¿Por qué lo he puesto tan pronto?

Me santiguo.

Acabo de olvidar que soy atea.

Llega un equipo de fútbol al completo. ¿Por qué se ríen? Y sobre todo, ¿por qué cojones siguen con el móvil encendido? No quiero despistes.

Necesito mi agua. ¿Dónde está mi botella? Bebo; me mojo. ¡Dios!

Compruebo mi bolso. Está debajo, bien.

¿Orfidal? Imposible. ¿Y si hay alguna posibilidad de salir? ¡¡Tengo que estar despierta!!

Noto ardor en la cara. Hiperventilo. Vamos, tranquila.

Necesito más agua.

Imposible, tendré que ir al baño. Y si voy al baño este cacharro va a caerse. Lo sé.

Pasan dos azafatas. Joder, qué bien maquilladas. Cierran los compartimentos.

¿Por qué demonios no para todo el mundo? ¿No ven que esto es el fin????

El pájaro es pequeño. ¿Posibilidades de sobrevivir? ¿75%? ¡No es suficiente!

Escucho el calentamiento de motores. Imposible bajarse ahora.

Disimulo. Rezo. ¿Cómo se hacía eso? Respiro.

Hay un niño llorando en el pasillo.

Creo que voy a abofetearle.

Miro el pasajero de mi izquierda. ¿Le importará que agarre su mano unos minutos?

Esto comienza a moverse. Pronto estaré suspendida, sin salida. No habrá posibilidad de escapar.

Quiero gritar.

Araño el reposabrazos.

Sé que voy a morir. Y sin embargo…

Cojo de mi nuevo mi bolso. Esta vez saco mi barra de labios.

Al menos mi calavera tendrá los labios rojos.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *