Confieso que he pecado.

Me arrepiento de las miradas que he evitado, de las faldas cortas que no me he puesto. De las resacas que no he tenido.

Estoy atrapada en el tiempo. Y siempre llego tarde.

Mi armario está demasiado ordenado.

Soy una cuerda con muchos nudos.

Soy un helado que se derrite.

Si fuera isla, sería Sicilia. Pero si fuera gobierno, sería Noruega.

Mi hogar está donde estoy yo.

Vamos, que tengo prisa.

Soy un lunes que añora el domingo.

Soy tu Ministra de la Perseverancia.

Siempre quiero volver a una cama recién hecha.

Soy un vaso de leche blanca.

Sabrás dónde he bebido por la marca de mis labios.

Es una putada ser tan transparente.

Si te quiero no me olvidas.

Cuando me enfado soy un volcán.

Me paso la vida dejando de fumar.

Hago maletas enormes para viajes pequeños.

Siempre me quiero ir, pero si me das un beso me quedo.

Ya casi no me pongo colorada.

Soy abogada de los míos.

Qué amasijo de contrariedades. Con una nariz pequeña tengo un olfato de elefante, pero cuida no me pises, porque soy la hormiga que nunca ves.

Casi nunca salgo en las fotos.

De día soy el cactus en la oficina, y por la noche soy un tulipán rojo.

No me acerco al Excel, demasiadas columnas ocultas.

Cuéntame un secreto y estará bajo siete llaves.

Confiésamelo todo.

Yo te confieso que aún no sé quién soy. Pero sé que quiero ser una reina. Y las reinas, mandan.

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