-¿Recuerdas aquella noche que viniste a enseñarme lo que era sentir «Amor Verdadero» guiado por los fuegos fatuos hasta el plano astral? Recuerdo que veíamos unas luces como almas chocando, brillando y bailando…. Y sólo nosotros comprendíamos el lenguaje ese del más allá, en mitad de un auténtico trance.
– Así que es allí donde tu alma quería llegar ¿verdad? porque no lo has logrado de nuevo en esta vida. Ven conmigo, sígueme, nada ni nadie puede separar el lazo que nos une. Siento que en tu vida las cosas fueran así; para mi, esto fue tan natural como bendecido me encuentro hoy. Ven a mi, búscame sin importar vida o muerte, nada, ni nadie. Abre tu corazón, sé valiente y estaremos juntos algún día. Solo has de confiar y mantener la fe. Mi pecho es el océano lleno de estrellas, mi corazón la fuerza que impulsa el movimiento, del mar, del universo…
-NO. –Solo quiero que me dejes en paz.
Espérame cuando estemos muertos. Ojalá incluso, que sientas lo que pierdes de mi, y que recuerdes hasta el fin de los tiempos lo que verdaderamente es propio de lo femenino.
Esta vida no la elegimos para encontrarnos.
Firmado: Amada mía.