Dicen que huelo a serenidad y a algodón de azúcar, y que soy capaz de iluminar los caminos más oscuros con el brillo de mis ojos verdes. Y que tengo una varita mágica con la que fabrico sonrisas cuando los días amanecen torcidos, y que tengo un enorme libro de los hechizos en el que encuentro los mejores trucos para reducir los problemas hasta que caben en un bolsillo pequeño. Aunque yo nunca me sentí ni tan dulce ni tan hada… ni tan mágica…

Extrovertida, divertida y muy vulnerable a la risa. Nada me gusta más que reír. Será porque tengo una niña dentro que hace las travesuras propias de un alma joven que no quiso crecer. Aunque soy también una mujer madura, responsable, comprometida y de grandes principios y valores.

Si habláramos de cocina, sería un plato fusión, lleno de matices, de texturas, de un poquito de aquí y otro de allá, que sorprende, embriaga y suele quedarse en la memoria para siempre. Y que, por intenso, debe saborearse lentamente pero que probablemente quieras volver a probar…

Y aunque me pierdo fácilmente, soy también esa amiga brújula que, sabiendo donde está el norte, acompaño en sus travesías por el desierto, a pleno sol y con tacones, a aquellos que tienen en ruta equivocarse para aprender su verdadero destino.

Y soy fan de los abrazos, y millonaria en afecto, y me compré una isla de la tranquilidad a la que huyo cuando necesito distinguir lo importante de lo intrascendente…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *