— Siéntese, ¿en qué puedo ayudarle?
— Aquí es donde curan las fobias, ¿verdad?
— Las tratamos, sí, pero es una terapia de sustitución.
— ¿Qué quiere decir?
— Nuestra premisa es que no todas las fobias son iguales, sino que puede establecerse una escala cualitativa y un orden de inocuidad. Nuestros tratamientos reemplazan las fobias graves por otras más leves, dentro de una amplia oferta que podrá consultar en nuestro catálogo.
— No entiendo…
— Permítame explicarle… En una primera fase, sustituimos las fobias de proyección externa, como la xenofobia o la homofobia, por otras internas, como el miedo a las alturas, a fin de limitar el perjuicio a su propia persona, y que al menos no vaya usted jodiéndole la vida a los demás. Después intercambiamos los miedos irracionales por otros racionales. No es que sea mejor ni peor, pero a la gente le genera menos angustia. Por último, canjeamos las fobias extravagantes por otras más vulgares, socialmente aceptadas, e incluso beneficiosas.
— ¿Pero acaso hay fobias buenas?
— ¡Claro! El miedo a los ascensores, por ejemplo, provoca una excelente condición física sólo a consecuencia de subir escaleras.
— ¿Y qué garantías me ofrecen?
En este folleto encontrará los casos de éxito de nuestros clientes. La mayoría profesionales a los que sus fobias incapacitaban para trabajar: actores con miedo escénico, pilotos de Ryanair con terror a volar, e incluso monjas de clausura con claustrofobia. Y ahora, como mucho, un simple miedo a las arañas. Una de nuestras terapias más populares (lo raro es que a uno le gusten esos bichos).
— ¿Pero no es posible una cura total?
— ¿No será usted fobo-fóbico? A ver, cuénteme… ¿Cuál es su caso?
— Verá… Yo le tengo pánico a una hoja en blanco.
— No se preocupe; todos los miedos se refieren a posibilidades futuras y ninguno certidumbres pasadas. Está usted en buenas manos.