Y es quizá el más vulgar de los sesgos relegarte a la anda, amarte incesable en la bagatela del sueño, y arrinconarte en pedazos de ausencia más allá de la aurora. Es acaso el principio lo que asusta y vacía más que cualquier final. Y es en la noche más corta donde muere el sentido de lo nunca ignorado y de lo siempre sabido. Probablemente sea el no tenerte lo que nos haga más fuertes, y el placer de tu memoria lo que te convierta en cariños.
Porque todavía nunca te recuerdo triste, y siempre jamás abandonada a un instante te plasma la razón de lo que nunca muere, perenne y cauta, atrevida y sabia, noble y cutre, cutrísima, en los albores del olvido, donde todo se confunde y lo grave más maravilloso, convertido en polvo, resuena en las imágenes que tocábamos ayer.
Abrázame mientras nos vemos hermosos, escucha.