El día era espléndido y el sol bañaba nuestro cuerpo; la calidez que sentíamos en brazos y piernas nos infundía confianza. Eva y yo nos sentíamos jóvenes y pletóricas defendiendo que la guerra no era la respuesta. Aquel policía armado y con chaleco antibalas también tenía hijos y padres, también un espíritu cooperativo; era lo que pensábamos y lo que nos impulsaba a mostrar nuestros petos y pancartas, nos movía protestar pero igualmente persuadir. Queríamos conseguir que nuestras razones y argumentos calaran, también entre ellos, los guardianes de negro adiestrados para repelerlo todo. Cada vez que veo esa foto en el álbum que guardo en la cómoda de casa, siento que hicimos lo que tocaba, sin embargo hoy nada es igual, aunque pueda seguir luchando por aquellas cosas, como la paz, concibo mi capacidad de acción mucho más limitada, los colores de entonces, el calor de la luz solar, no despiertan tanta elocuencia, ahora mi humanidad es más de andar por casa. Cada día es un logro haya o no policías oponiendo resistencia.

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