Ha pasado algún tiempo y no sé si te acordarás de aquel asunto de Clara. Quiero agradecerte los consejos que me diste entonces, aunque ha vuelto a pasar…más de una vez. Hemos seguido tus indicaciones y hemos visitado a los profesionales que me recomendaste. Todo sigue igual. Bueno, no exactamente igual. Las horas de incertidumbre de la primera vez fueron un martirio. Ahora, cuando desaparece, por lo menos tengo una idea de dónde puedo encontrarla. Es un mal trago menos que hay que pasar. Imagínate las caras de los agentes de policía cuando me avisaron del paradero de Clara. Y en cada lugar al que nos hemos mudado no hemos dejado amigos porque los vecinos han acabado siempre por enterarse. Te parecerá una tontería pero ahora lo llevo mejor aunque el problema continúe latiendo. Lo que más temo es que cualquier extraño la encuentre en una de sus escapadas, encadenada y desnuda en cualquier cuchitril.

He pensado en otra estrategia. No voy a tratar más de impedir que Clara se escape. Le seguiré el juego. Parece una locura, ¿verdad?. Es lo único que se me ocurre ya para evitar que un día ocurra una desgracia. Hay una cosa que me preocupa desde la última visita al psicólogo. Que un día Clara me proponga que yo me comporte como su padre cuando ella era pequeña.

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