¿Cómo se encuentra, mi joven amigo? No se preocupe. Nadie va a molestarnos. Aunque estoy a su lado, le informo que únicamente podrá escucharme. Pronto saldremos juntos de aquí. ¿Sabe usted? Como médico, acabo de certificar su defunción. Ya sé que no está muerto pero nadie lo comprobará. Su falso infarto ha sido causado por una droga. Ahora estamos solos en la morgue. En dos minutos saldremos de aquí a escondidas. A su bella mujer le daremos las cenizas de otro. No trate de moverse. Solamente sus oídos funcionan. El resto del cuerpo está aletargado. Antes de llegar a mi finca regularé la dosis del suero hasta que sus ojos sean capaces de ver. No quiero que pierda detalle de aquello que siempre ridiculizó. Ya sé que no he logrado la vida eterna, pero estoy cerca. Por eso está usted aquí. Participará de mi investigación como lo están haciendo los doctores Lago y Villanueva. Sé lo que está pensando. Los creía muertos, ¿vedad? En seguida podrá verlos. Les ocurrió lo mismo que a usted ahora, qu e se durmieron… Después los troceé y trasplanté sus órganos a los árboles de mi bosque privado. ¿No se lo dije? La combinación de savias y resinas, junto con mi inteligencia para concebir este suero, han obrado el milagro del que usted tanto renegó. Esta tarde trasplantaré su cuerpo a un pino milenario. Luego iré desmembrándolo. Utilizaré sus piernas y brazos como esquejes que injertaré en otros árboles para conseguir la inmortalidad del ser humano. Finalmente trasladaré su cabeza fuera de la finca. La llevaré a mi jardín y la prenderé al olivo que hay próximo a la ventana de mi dormitorio. En tres meses podrá ver cómo me follo a su encantadora esposa cada noche hasta el día que también decida trasplantarla a ella.