
Huí de la residencia, con Manuel, un buen hombre al que conocí en Los Robles, una residencia de Guadalajara, allí mis compañeros estaban todos con gripe, por el frío del lugar. Yo no enfermé, pero se me hacía difícil permanecer donde todos parecen esperar a la muerte…¿pero para qué si ya están muertos, sin esperanzas, sin ganas de vivir, sin proyectos, sin ilusiones, sin amor?….
El tiempo que he estado allí ha sido llevadero gracias a Manuel, un hombre de muy buen humor que siempre sonreía y me contaba chistes y poesías.
Conseguí convencerle para irnos, porque me dijo que quería conocer a su nieto que le dijeron había nacido hace dos meses, de su hijo Rafael, a quien no veía hace ya 5 años, desde que entró a la residencia y porque vive en Vitoria.
Fui a parar a la residencia porque enfermé de neumonía, me llevaron al Hospital La Paz y cuando recuperé la salud, después de un mes, mis hijos decidieron que estaría mejor en una residencia y allí me llevaron ¿pero qué se habrán creído?, sin mi consentimiento, los voy a desheredar, tengo una vida por delante…estoy aprendiendo a bailar tango, en la Cumparsita, una academia de baile de unos argentinos cerca de mi casa: tenía mi pareja de baile, Fernando, quien seguro estará extrañando mi presencia y estoy enseñando a pintar mandalas al óleo a unos niños de mi barrio que deben estar preguntando por las clases que les daba los viernes al salir de clase.
El día anterior a nuestra huída, no dormimos y nos quedamos en la cocina, esperando a que a las 6 de la mañana, entrase a la residencia el camión de los suministros de alimentos hora en que se abría el portón de la entrada, y sin más salimos, a coger el bus que nos trajo a Madrid.
Llegamos a las 8 de la mañana, Manuel me pidió que le acompañase a Vitoria y quedamos en reunirnos en la estación de Chamartin hoy domingo a las 7 de la tarde, para ir en tren, son las 7 menos cuarto y aún no aparece…..