Querido Paco: ayer vi a tu madre en la cola del supermercado. Iba a saludarla pero cuando se dio cuenta de que me acercaba giró la cabeza y levantó la barbilla. Me quedé desconcertado y durante un instante no supe cómo reaccionar. Y estaba a punto de insistir de nuevo cuando empezó a gritar:
-¡Que una artista como yo se tenga que ver en estas! ¡Aquí, haciendo la cola para el pescado! ¡Yo, con ocho Oscars!
Sacudió una inexistente melena y continuó:
-Yo tuve que elegir entre ese fotógrafo tan interesante y el simplón de mi marido. ¡Y elegí a mi marido! Y a los cafres de mis hijos. Pero, ¿cómo los iba a dejar? Y eso que, aunque se ponía muy pesado con tanto puente y tanto puente, ¡el fotógrafo era Clint Eastwood! ¡¡El de Harry, el Sucio!!
Hizo una breve pausa para colocarse las gafas de sol de mercadillo y acariciar su rebeca con pelotillas como si fuese un abrigo de visón.
-Pude haberle prohibido al inmaduro de Robert que volara en ese avión de pacotilla (que a saber quién lo engañó). Pero no, no quise recortar su libertad y mira como acabé: viuda y sin granja en África.
Simuló que fumaba con estilo y siguió hablando a voces:
-¡Ya estoy harta de hacer siempre lo correcto! ¡No pienso hacer la cola como si fuera una cualquiera! ¡Apartaos, plebeyas! ¡Abrid paso a la reina!
Pero una mujerona que estaba un poco más adelante, al sentirse empujada sin motivo, reaccionó instintivamente y le arreó un bolsazo a tu pobre madre.
Te he estado llamando y no lo coges. Estuve con ella y con una psicóloga del Samur ahí, en comisaría. Que digo yo que alguno tendréis que ir a recogerla de donde se la hayan llevado. A ver si lees este wasap. ¡Que es vuestra madre, coño!