
Fue una mínima muerte tu partida.
Una muerte pequeña que crece cuando imagino que a veces estas cerca y me empecino en dar vueltas por tu calle, para luego regresar a mi casa con una lluvia de lagrimas cayéndome.
Hoy aprendí a quererme, pues aprendí a sangrar por mis heridas, a desterrar divagaciones, crueles justificaciones y solitarios discursos… ya no.
Ya sé, que no será…
Ya no estaremos juntos, ya no cuidaras mi casa, no coseré tu ropa, no te besare al irme por las mañanas.
Nunca sabrás que fue de mí, ni si me amaran otros…
Yo no sabré si era verdad lo que dijiste que era, ni quien fuiste, ni quien fui para ti.
Ya no seré más que yo, ya no estarás en mi futuro, no sabré donde vives, con quien, ni si de mi te acuerdas…
No volveré abrazarte, no volveré a tocarte.
No te veré ya nunca…No me veras morir.