Mi hija dice que su madre la mató. Mi ex mujer dice que yo no tengo ninguna hija. La razón de que nos separáramos fue esta contradicción insoluble. Desde que nos mudamos al apartamento nuestra vida dio un giro drástico. Yo me despertaba todas las noches oyendo a la pequeña llorar y ella me rogaba una y otra vez que volviera a la cama. Decía que estaba loco, que en aquel cuarto vacío no había ninguna niña. Que ella nunca había sido madre. Pensé que era una crisis pero cuando intenté internarla el médico me miró muy serio y me dijo: “señor, creo que debería ser usted el que se quedara aquí”.

Pasé la noche recluido en una habitación de sanatorio. Y no pude dormir porque sentía que todos los cuadros me vigilaban. Luego llegó el amanecer y comprobé con terror que la habitación no tenía cuadros.

– Creo que su marido sufre una grave paranoia. Ha inventado otra vida en la que ustedes tienen una hija, que murió en terribles circunstancias.

Volvimos a casa y aquella noche cuando escuché llorar a la niña acudí a su habitación. Quise encender la luz pero había otra mano sobre el interruptor. Mi mujer dormía en su cama.

– Papi, esta dentro del armario. No dejes que me mate.

Abrí la puerta. Nunca supe cómo llegó el cuchillo de cocina hasta mis manos. Sólo recuerdo que apuñalé la figura que aterrorizaba a mi hija. Luego regresé a la cama y me dormí.

Al día siguiente me levanté y observé el desastre. Al parecer había apuñalado los botes de pintura que habían sobrado de la reforma del salón. Todo estaba manchado de azul. Mi mujer me dejó, dijo que no podía más. Yo intenté borrar las huellas. Pero lo que no consigo explicar son los dos pares de  pies diminutos que encontré junto a mis pisadas.

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