—Ahora que estamos todos alrededor del fuego y antes de irnos a dormir, quiero contaros una historia sobre este campamento de paintball. ¿Os habéis preguntado por qué no se usa el color azul para dispararnos? (…)
El campamento de Jeremía (así se llamaba el dueño), era una novedad para el pueblo, venía gente de todos los alrededores y algunos ejecutivos estirados que contrataban todo el fin de semana.
A los dos años de su inauguración, empezaron las desapariciones. Una vez al mes, una persona desaparecía sin dejar rastro. Bueno, se encontraba el mono y la careta colocado de tal forma en el suelo que parecía una abducción.
Al cabo de los meses, la policía estaba desconcertada, la única pista que tenían era el color azul. La mayoría de los desaparecidos, tenían el mono lleno de pintura azul.
Decidieron cerrar el campamento ante la impotencia de no saber cómo solucionar la tragedia.
Al cabo de varios años. Se decidió reiniciar la actividad del campamento de Jeremía, como premisa, no utilizar el color azul.
Un grupo de directivos de una multinacional, llegaron un fin de semana y decidieron que el azul era un buen color. Antes del domingo, uno de los directivos, había desaparecido. El directivo resulto ser un político muy conocido. Todas las fuerzas de la ley inundaron el pueblo, el bosque y el campamento.
A las pocas semanas hicieron un hallazgo. Una profunda fosa llena de huesos humanos.
A Jeremía le debieron poner a caldo, acabó confesando. Su familia venía usando los marcadores en su granja para marcar a los animales. Jeremía pensó que podría hacer barbacoa con parte de los cadáveres. Confesó que, tras probar varios colores, el azul era el más sabroso.
En torno a la hoguera, el silencio se hizo sepulcral.
—¡!!Bueno!!! ¿Qué? ¿Nos vamos a dormir?