Nunca encuentro los dichosos zapatos de tacón.

– Clotilda, cariño, vamos a llegar tarde otra vez -me dijo el señor Donunt.

– ¡Ya voy, ya voy!

Todo los años, por estas fechas, se arma el mismo alboroto. Los creativos de Dream and Drumont, una importante agencia de publicidad, comienzan a buscar logotipos para las marcas que van a lanzar al mercado el próximo año. Y los “logos” no inventados tenemos una oportunidad de nacer en el mundo de los hombres. Aunque sólo sea como imagen en una botella.

– ¡Venga, que nos vamos! -me dijo PeggySue, una hermosa muchacha, ideal para anunciar refrescos.

– ¡Los encontré! -me puse los tacones y seguí a mis compañeros.

Justo en ese instante, el creativo de Dream and Drumont caminaban por la calle pensando en la nueva imagen para tres productos muy distintos: una marca de pañales, una cerveza rubia y un coche deportivo.

Le alcancé como un rayo y fui directa a su lóbulo frontal. Allí estaba yo, la primera idea en llegar a su mente. Con una jarra de cerveza en una mano y una capa voladora. Como si fuera una aparición, una Musa, una idea brillante. Imposible de rechazar.

Lástima que me equivocara de ciudadano.

Resulta que por error alcancé la coronilla de doña Carmela, la tendera del barrio, que en ese instante se dirigía hacia la peluquería a taparse las canas con un recatado tono marrón, que usaba desde que enviudó. Doña Carmela no estaba preparada para el ímpetu con el que entré en su cerebro y la pobre no pudo resistir mi hechizo. Al día siguiente, sus compañeras del coro no podían creer lo que veían cuando doña Carmela apareció ante ellas con una capa, zapatos de tacón, una jarra de cerveza y una camiseta que decía: “Voy volando a por otra rubia”.

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