María estaba sentada en la playa

María estaba sentada en la playa, una preciosa tarde de primavera, releyendo su libro de viejos cuentos, y comenzó por su favorito: Reyna la pinguina. Reyna nació en una familia al sur de Sudáfrica, su papá se llama Luis, su mamá Aurora, su hermano mayor Luis y después vinieron Raquel y Belén. Reyna era muy…

Ella

Ella... Siempre procuraba sentarse en el mismo lugar en el cual, él siempre la leía aquellos bellos renglones, se descalzaba sintiendo la libertad de la arena que masajeaba sus pies, casi podía sentirlo a su lado, como la rodeaba con su brazo por el hombro mientras la apretaba fuerte contra él y la susurraba un…

Observo el mar

Observo el mar, ese profundo sueño que quisiera encontrar y no encuentro, ese mundo de misterio que me ha hecho perderme en las espesuras de las olas, estoy y no estoy, dueño de un mundo de sueños perdidos, de misterios que no he sido capaz de comprender. Siento de nuevo a ella, no sé si…

Todo o nada

Como cada mañana, Isabel, toalla y libro en mano, bajaba los cuatro escalones que daban a la playa. En los dos meses que llevaba en el pueblo ya lo había convertido en un ritual. Con paso firme, se aproximaba a la orilla, dispuesta a fingir que leía mientras pensaba en todo lo que había dejado…

Mamá

Estoy sentada en la mesa de la cocina, frente al ipad y junto a una lata de cerveza, con el olor a salitre penetrando por los poros de la casa. La encorvada espalda de mi madre mientras limpia el pescado me parece más grande y luminosa que cualquiera de los amaneceres que cada día veo…

Escriba o no

A pesar de sus esfuerzos para parecer neutral, como debe ser todo buen psiquiatra, aquello captó su atención. Lo noté en la expresión de su cara, que cambió casi imperceptiblemente por una milésima de segundo cuando mencioné mis sueños sobre el mar. La mayoría de las personas no lo hubiera notado pero yo no soy…

Eso dicen

﹘¡Maldita idiota! ¿Pero no ves que solo puede hacerte sufrir? Helena suspiró y golpeó con el dorso de la mano el libro que se había llevado esa mañana. Con cada página se hacía más evidente que la protagonista estaba ya perdida, aquel guaperas solo quería beneficiársela. Suspiró y cerró los ojos, ese día el mar…

Por dónde empiezo

1. El Escritor se estruja los sesos frente la pantalla del ordenador. Entonces, como surgida de la nada, o usurpada de algún sitio, una idea desencadena una sucesión de gestos en su rostro: primero sorpresa, luego excitación, y, finalmente, ansias por escribir. Empieza a teclear compulsivamente. Al terminar, se queda mirando la palabra “FIN”. Aparecen…